Tuesday, November 22, 2016

Frente a la realidad

¿Cuál es la realidad de Venezuela en el momento de escribir estas líneas?
Un país que atraviesa la crisis más profunda de su historia, materializada en los terribles padecimientos de su población como el hambre, la escasez de insumos médicos y la violencia e inseguridad desproporcionadas, en medio de un caos económico, político y social.
Las instituciones y herramientas de gobierno y Estado están coaptadas por el régimen de Nicolás Maduro, cuyo desempeño atenta en todos los niveles contra el país y cuyas formas se han revelado de manera abierta como dictatoriales, en un panorama de represión y persecución política.
Las vías democráticas para la búsqueda de cambios y soluciones, que constituyen pactos básicos para la convivencia entre los diferentes sectores de la sociedad, han sido cercenadas y bloqueadas por el grupo en el poder, totalmente desconectado de las necesidades básicas y de emergencia que vive el resto del país.
Las conversaciones establecidas entre el régimen madurista y la MUD, se realizan en medio de esta realidad. Confluyen enormes expectativas, gran desconfianza y confusión. Resulta extremadamente difícil llevar a cabo un proceso de negociación cuyos logros, a pesar de la importancia o efectividad que puedan alcanzar, serán irremediablemente evaluados en contraste con las inmensas necesidades y la terrible emergencia que los venezolanos experimentamos de forma implacable todo los días.
Los ataques a la unidad y las fracturas internas son factores que suman una crisis de representatividad al ya complicado proceso, restando confianza y credibilidad a los actores involucrados. Se debe reconocer el esfuerzo genuino de participantes como Carlos Ocariz, que a pesar de las equivocaciones, intenta avanzar con la herramienta del dialogo.
Esta es la realidad del país. Esta nuestra realidad.
Es muy importante reconocer la dimensión de la crisis y nuestra posición en ella. No para generar alarmismos estériles y dejarnos abatir por la anomia, la impotencia, el miedo y el egoísmo. Debemos asumir la realidad para comprender el momento que atravesamos y entender que los cambios que debemos hacer requerirán de tiempo, gran esfuerzo y valor.
Para embarcarnos en ellos deberemos ampliar nuestra visión, apoyarnos en el otro y ser constantes. No habrá soluciones inmediatas y cambios efectivos que sean bruscos y “mágicos”. No habremos de hacer una sola cosa solo una vez, sino varias muchísimas veces. Sobre todo,una sola persona no podrá tener todas las soluciones. Estas se produciránúnicamente con el concurso y el consenso de todos.
En estos días se han repetido los conceptos de “calle” y “unión”, como elementos clave para generar los cambios, en un principio políticos, que la gran mayoría de los venezolanos aspira: cambiar al régimen madurista y a sus nocivas políticas sociales y económicas. Creemos que esto es verdad hasta cierto punto: lograr estos objetivos, tan difíciles y complejos, representa sólo el comienzo de un largo proceso de cambios que debemos asumir para la construcción de un proyecto inclusivo y sostenible de país.
El momento de crisis nos pide reformularnos lo que creemos es la “calle”. Debe transcender la participación ocasional y episódica de la manifestación sin abandonarla, para abarcar ámbitos en la organización local y la creación de redes de apoyo. Sus objetivos no solo deben contemplar los grandes cambios políticos, sino también atender a la solución de problemas inmediatos y a generar una nueva solidaridad entre todos los que sufrimos los embates de la crisis y la emergencia nacional.
La unión que tanto deseamos los venezolanos, debe ser reformulada y construida. Esta allí, latente, pero nos exige un proceso de trabajo, aceptación y aprendizaje. De esfuerzo y compromiso. No se producirá de ocasiones esporádicas o por necesidades oportunistas. Saldrá a partir del reconocimiento, el respetoy la aceptación de nuestra diversidad y situación. Deberá tener una expresión material,sincera y verdadera,en nuestras relaciones con los demás.
Muestras de ello las podemos encontrar en la calle. En Mamera, la señoraMílvida Alcázar ha creado una Fundación Ayúdame, que opera desde su casa y alimentra a 60 niños de su comunidad, a través de la autogestión y la cooperación con otras instituciones. La organización Dona tus Medicamentes, por ejemplo, articula el intercambio de medicinas a nivel nacional, concientizando a las personas para donar medicinas que ya no utilizan antes de que se venzan. A título personal, la mañana en la que escribo estas líneas soy testigo en la calle de como vecinos y transeúntes ayudan a impedir el secuestro express de una muchacha , bloqueando el carro de los secuestradores y enfrentando a los delincuentes, hasta frustar el secuestro y lograr que los perpetradores se den a la fuga.
Estos casos, reales, puntuales, nos hablan de nuestra realidad de hambre, crisis médica e inseguridad, pero también de la realidad de personas que se reconocen en la emergencia y, a pesar de la impotencia, el desánimo y el miedo, se apoyan entre sí, logrando una diferencia, afectando positivamente su vida y la de los que le rodean. Una muestra de la “calle” y “unión”, de la que no somos conscientes y la mayoría de las veces no reconocemos, que hace frente a la realidad para generar una nueva, esa que tanto estamos buscando.
Coordinador de Movimiento Mi convive
Miembro de Primero Justicia

Tuesday, November 15, 2016

La nueva calle


El escenario de “la calle” ha tomado una nueva importancia en los tiempos actuales. El recrudecimiento dela crisis histórica que atravesamos gracias a las políticas nocivas del régimen Madurista, la intensificación de la represión y el sectarismo y, por último, el quiebre de los mecanismos democráticos que culminó en la paralización del RR, se han producido en medio de una realidad nacional de urgencia y nos lleva, como venezolanos, a reconsiderar las formas de participación populares.
En este espacio hemos hablado anteriormente de la falsa disyuntiva entre Diálogo y “Calle”, afirmando que la presión multitudinaria, manifestándose públicamente, es necesaria para presionar a un gobierno como el de Nicolás Maduro, que controla todos los mecanismos del Estado y ha inhibido espacios democráticos como la Asamblea Nacional. También hemos mencionado la necesidad de la dirigencia opositora de abrirse a los diversos sectores del país para generar un frente masivo y nacional que permita contrarrestar al gobierno e iniciar un proceso de cambio y transformación para enfrentar la crisis y construir un futuro inclusivo y sostenible.
Ahora, que se plantean nuevos escenarios donde será decisiva la participación de todos, creemos que es el momento de profundizar sobre lo que significa la “calle” para nosotros. Esto es, no sólo el lugar para reunirse a manifestar, sino el nuevo espacio donde debemos encontrarnos los venezolanos, para establecer nuevos pactos de convivencia y nuevas alianzas de solidaridad.
La situación actual es de gran necesidad y urgencia, y no caemos en falsos alarmismos cuando decimos con responsabilidad que, en el futuro inmediato, empeorará. Para atravesar estos contextos de adversidad debemos construir redes de apoyo que partan de lo familiar y lo trasciendan, para enfrentar los enormes problemas de nuestro entorno.La calle es,entonces, el lugar donde buscar, generar y sumar esfuerzos.
Esta visión viene refrendada por nuestra experiencia en las comunidades del Municipio Libertador. Allí  llevamos a cabo experiencias como la iniciativa de #AlimentalaSolidaridad, un plan de alimentación para niños en edad escolar que funciona a partir de la articulación de diferentes grupos que hacen vida tanto en la comunidad donde funciona la iniciativa como en otros sectores de la ciudad.
El plan está diseñado para generar una respuesta a la situación de crisis alimentaria a nivel local. La red que conforma esta iniciativa comprende a madres, directores y maestros de escuela, vecinos, voluntariado, pequeños empresarios en el área de la alimentación, líderes y grupos comunitarios y organizaciones privadas. Gran parte de la logística de los comedores, preparación y servicio es asumido por miembros de la comunidad y beneficiarios del programa, que la organizan y vuelven operativa. Se establece un número de niños para atender, pero en el desarrollo del programa, la misma comunidad ha detectado a otros de sus miembros en situación crítica, como personas de la tercera edad sin apoyo familiar por ejemplo, y ha logrado incluirlos en el programa, de manera efectiva y continua.
De esta experiencia han salido contactos y acercamientos entre las personas que la integran. Se han establecido lazos de confianza que se traducen en opciones reales y operativas en el momento de articular respuestas a situaciones de necesidad y emergencia.Cuestiones tan sencillas, pero a veces tan vitales, como conseguir un medicamento, consejo legal, atención médica o psicológica,apoyo humano, se logran a partir de la formación de redes en las que la misma persona puede ser, a veces, beneficiario y otras facilitador de una ayuda.
Esta es la nueva calle a la que nos referimos. Con diferentes formas de participación. Que exige de nosotros abrirnos hacia el otro, reconocer problemas comunes, sumar esfuerzos, organizarnos y establecer objetivos reales, comprometernos y desechar divisiones estériles. Es la respuesta no sólo a la adversidad del momento, sino también ante la fragmentación social y la inmensa desconfianza y división que el gobierno de Nicolás Maduro ha estimulado y reproduce, como otra herramienta nefasta para perpetuarse en el poder.
Todos estamos sufriendo los embates de la crisis, la gran mayoría en formas que atentan contra su vida y la de los suyos. En la nueva “calle”es donde podemos reformular las formas de convivencia y solidaridad para volverlas operativas y funcionales, logrando la fuerza y la capacidad necesarias para afrontar los graves problemas actuales y lograr producir los cambios necesarios.

Monday, November 7, 2016

Calle y diálogo frente la emergencia nacional



Dos de los temores principales sobre el Proceso de Diálogo entre el régimen de Nicolás Maduro y los representantes de la MUD,que se inició la semana pasada, son los de que la negociación pueda convertirse en un eventual “salvavidas” para el gobierno dictatorial madurista, permitiéndole ganar tiempo y atornillarse al poder, y que los términos en discusión sean insuficientes frente a la profundidad de los cambios que se requieren para conjurar la actual crisis del país.
La puesta en marcha del diálogo es recibida en medio de un ambiente de desconfianza, confusión, urgencia y expectativa. Se produce luego del bloqueo de las vías democráticas y electorales por parte del gobierno, con la cancelación del referendo revocatorio. Esto sumado a la agudización, en este año, de una política estatal que niega la existencia de la brutal crisis que vivimos y que criminaliza y reprime a la mayoría del país que se le opone. El régimen de Nicolás Maduro ejecuta planes y acciones que han recrudecido los graves problemas de alimentación, salud y seguridad ciudadana, entre muchos otros, que nos afligen.
Si bien la mediación del Vaticano aporta la presencia de un actor objetivo, también marca el inicio de un proceso cuyos tiempos y alcances deben priorizar, en relación a una perspectiva regional y más distanciada de los mediadores internacionales, las soluciones a la apremiante situación de Venezuela. El diálogo se realiza en medio de libertades cercenadas y crisis, frente a un gobierno dictatorial, en condiciones de urgencia que no pueden ser pasadas por alto por los organismos mediadores y observadores internacionales.
Una larga negociación que busque extenderse, simplemente consumirá un tiempo que los venezolanosno tenemos.
La crisis, y el recrudecimiento de la misma, generada por las políticas maduristas, se mide en vidas venezolanas afectadas a cada día que pasa. En este sentido es muy clara la visión que al respecto tienen miembros de la Iglesia Nacional como el padre Luis Ugalde, quien muy certeramente estima que los objetivos de este proceso deben ser “salir de esta crisis terrible: parar la hemorragia mortal de la economía destruida, con miseria creciente e inseguridad, grave desabastecimiento y falta de medicinas; dramática caída de la economía con brutal descenso sostenido del PIB combinado con la inflación más grande del mundo y con un gobierno que viola sistemáticamente la Constitución hecha por los suyos”.
El falso dilema de “calle o diálogo”, debe superarse entendiendo a la necesidad de generar una estrategia de movilizaciones coherente y realista, sostenible en el tiempo y en la que se articule a los diversos sectores (que representan la gran mayoría de los venezolanos) que buscamos cambiar al actual régimen madurista y sus políticas destructivas y criminales.
Durante el jueves 3 de noviembre, personalmente acompañamos a miembros del Movimiento Estudiantil que salieron a manifestar y entregar a la NunciaturaApostólica un documento donde exigían la liberación de estudiantes detenidos, solución a la escasez de alimentos y medicinas y convocatoria a elecciones generales. Tuvimos la oportunidad de encontrarnos con distintos líderes de la comunidad y jóvenes dirigentes políticos de varios partidos, con los que compartimos lides como dirigentes estudiantiles en 2007. Todos cohesionados con los estudiantes, acompañando a las nuevas generaciones y demostrando la apertura y apoyo que debe producirse entre los diversos sectores del país que se están activando en la calle, para exigir celeridad y resultados a este proceso de diálogo.
También desde la calle, debemos continuar reproduciendo y fortaleciendo las distintas iniciativas para atender a la emergencia nacional. La defensa y construcción de espacios de convivencia y solidaridad resultan ahora primordiales frente a esta crisis histórica y el régimen madurista. En las calles de nuestro país, la gente está buscando comida en la basura para poder sobrevivir. Todos los días en las comunidades, vemos a personas que enfrentan el hambre y la desnutrición, la inseguridad y la violencia. Tenemos que reconocer y promover la importancia y la diferencia, a veces entre la vida y muerte, que marcan iniciativas realizadas por la gente para llevar alimento, medicinas y asistencia.
Esto ante la irresponsabilidad e insensatez de un régimen que frente a esta situación de urgencia que se cobra la vida, entre muchas otras, de una niña de cuatro meses que fallece por desnutrición en Cotiza, da por respuesta, tan sólo un par de días después, un programa de radio con Nicolás Maduro poniendo discos de salsay bailando.
Entramos ahora en una etapa de calle y diálogo. Debemos articularnos entre todos, exigir soluciones y realizar acciones reales frente a la destrucción que significa el gobierno y las políticas maduristas. Así, con convivencia y solidaridad, y podremos a salir de la emergencia y la crisis en la que estamos.