Monday, June 27, 2016

El reto al que nos enfrentamos

        
   La presión  ejercida por la crisis, sobre todo alimentaria,  estimulada irresponsablemente por los poderes estatales, nos pone a todos los venezolanos  bajo una durísima prueba. Y estamos respondiendo a ello apelando a todas las reservas  de convivencia que aún nos quedan.
A pesar de que mi firma había sido anulada, asistí a las jornadas de validación sucedidas durante la semana pasada. Fui a ayudar y apoyar al inmenso caudal de personas que acudieron a los diferentes puntos de validación de Caracas. Las condiciones impuestas por el CNE buscaron desanimar a la gente y dificultar al máximo su participación. Los validantes respondieron masiva y valientemente con su presencia, poniéndole  cara y nombre a nuestra justa exigencia de reconocimiento democrático.
El CNE instaló un número insuficiente de capta-huellas con el evidente propósito de alargar los procesos  por varias horas. Con esa misma intención se produjeron retrasos e interrupciones por el personal a cargo,  implementando  una franca “operación morrocoy”.  El cierre de varios centros, a las 4 de la tarde, se produjo con centenares de personas que, sin culminar el proceso, debían volver al día siguiente para intentarlo de nuevo. Fueron sintomáticos los sucesos en el estado Carabobo, donde las tácticas dilatorias del representante del CNE en el estado represaron a miles de participantes. En Nueva Esparta el alcalde Richard Fermín protestó ante hechos similares  iniciando una huelga de hambre.
A principios de esa semana, en Portuguesa, dos jóvenes  integrantes del partido Voluntad Popular, Francisco Márquez y Gabriel San Miguel, fueron detenidos de manera absolutamente irregular por  funcionarios del Sebin. Francisco y Gabriel iban a ayudar al traslado de firmantes a los centros de validación de ese estado. Personalmente conozco a Francisco desde bachillerato, y tuve la oportunidad de compartir con él en el movimiento estudiantil para el voto joven durante el 2011. No tengo dudas de su talante moral y su profunda honestidad y no puedo sentir sino repudio y condenar enfáticamente  la forma en la que tanto él como Gabriel,  fueron apresados. Como criminales, fueron detenidos para  luego ser incomunicados y negados de cualquier asistencia legal, en el peor estilo de los procedimientos implementados,  en los años 70, por las dictaduras de un Pinochet o un Videla.
Estos hechos corrieron en paralelo con la crisis alimentaria, que en este mes se ha agudizado, evidenciando ya la magnitud de la situación a la que nos enfrentamos: tenemos un déficit de alimentos que impide satisfacer la demanda actual. Además del factor económico (inflación,  mercado negro), sencillamente no hay la cantidad de alimentos suficientes para satisfacer las necesidades mínimas de la población. Los CLAPs han evidenciado este hecho, y ya son incontables las denuncias  no solo de su parcialización a la hora de repartir la comida, sino también de la  incapacidad material de estos comités  para atender a las familias asignadas.
La propuesta de corredores humanitarios, que en un principio se propuso para la también terrible  situación de los medicamentos, ahora no solo debe verse como un apoyo o paliativo, sino como uno de los componentes principales  de  un plan de emergencia nacional sobre la crisis de la alimentación que debe ser abordado ya por todos los factores de poder del país y que los venezolanos, en su conjunto, estamos demandando.
 Este ataque implacable sobre todos nosotros, que busca generar actos de violencia y a causar desánimo e impotencia, ha activado, en cambio, y debemos reconocerlo con orgullo,  nuestras reservas de solidaridad, fortaleza, astucia, y tenacidad.
En los centros a los que fui vi grupos de jóvenes que se habían organizado para traer a familiares y vecinos. Otros asistían a ancianos, madres con sus bebés,  personas con necesidades especiales. Muchos, que como yo, tenían sus firmas anuladas, se encontraban allí ofreciendo apoyo anímico y material a los validantes, cuya paciencia y compromiso fueron comprobadas con creces. Pude ver a una señora que al ser informada  de que no tendría chance de pasar, dada la extensión de la cola, nos dijo: “No importa, hago las horas de cola que sean necesarias para que después no me vengan a decir que aquí no había nadie”.
En Puerto Ayacucho, las personas  se movilizaron  en curiaras, atravesando el río Orinoco,  a validar sus firmas. En el Junquito, en Luis Hurtado, Pedro Rangel Mora, un señor de 74 años, organizó a 18 personas, alquilando un transporte para acudir al centro de validación. Cuando un corte de luz amenazó con interrumpir definitivamente la operación, el grupo hizo una “vaca” y compraron combustible para activar una planta eléctrica y así poder continuar. 
En esos días conocí un caso sucedido en los hechos de protesta y vandalismo sucedidos en Cumaná.  La gente del sector Rómulo Gallegos se reunió exitosamente para impedir el saqueo de la panadería de su vecindario, logrando que fuera una de las pocas, en la ciudad, en mantenerse abierta y operativa en los días posteriores  a los sucesos. El dueño del local, en un gesto de agradecimiento, regaló porciones de pan a sus vecinos al día siguiente, luego de la intentona de saqueo.
No podemos escapar a la dureza de la crisis que estamos viviendo y de la desesperación, el desánimo y el rencor que infringe sobre nosotros. Pero también en nosotros  hay una necesidad de encuentro y de superación. De ser muchísimo mejores que este terrible momento en el que nos encontramos.
En ese sentido, contra las adversidades, estamos demostrando nuestro verdadero valor.  Mantener esa convicción, rescatarla y demandarla en los demás, es el reto que en estos días los venezolanos, en su gran mayoría, nos hemos esforzado en superar.

PS: Al momento de escribir estas líneas aún se mantienen detenidos e incomunicados Francisco Márquez y Gabriel San Miguel. Desde su injusta detención el domingo 19, han sido “ruleteados” por diversos centros de detención en Portuguesa y Yaracuy, sin contacto con familiares y abogados. El jueves fueron recluidos en la cárcel de San Juan de los Morros, una de las más peligrosas y violentas del país. Hacemos un llamado a las autoridades para que sean liberados, y al cese de este tipo de acciones represivas que sitúan a Venezuela a la par de dictaduras y regímenes totalitarios en el mundo.

Roberto Patiño
Activista social

Coordinador de Movimiento Caracas Mi convive  

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