Tuesday, November 22, 2016

Frente a la realidad

¿Cuál es la realidad de Venezuela en el momento de escribir estas líneas?
Un país que atraviesa la crisis más profunda de su historia, materializada en los terribles padecimientos de su población como el hambre, la escasez de insumos médicos y la violencia e inseguridad desproporcionadas, en medio de un caos económico, político y social.
Las instituciones y herramientas de gobierno y Estado están coaptadas por el régimen de Nicolás Maduro, cuyo desempeño atenta en todos los niveles contra el país y cuyas formas se han revelado de manera abierta como dictatoriales, en un panorama de represión y persecución política.
Las vías democráticas para la búsqueda de cambios y soluciones, que constituyen pactos básicos para la convivencia entre los diferentes sectores de la sociedad, han sido cercenadas y bloqueadas por el grupo en el poder, totalmente desconectado de las necesidades básicas y de emergencia que vive el resto del país.
Las conversaciones establecidas entre el régimen madurista y la MUD, se realizan en medio de esta realidad. Confluyen enormes expectativas, gran desconfianza y confusión. Resulta extremadamente difícil llevar a cabo un proceso de negociación cuyos logros, a pesar de la importancia o efectividad que puedan alcanzar, serán irremediablemente evaluados en contraste con las inmensas necesidades y la terrible emergencia que los venezolanos experimentamos de forma implacable todo los días.
Los ataques a la unidad y las fracturas internas son factores que suman una crisis de representatividad al ya complicado proceso, restando confianza y credibilidad a los actores involucrados. Se debe reconocer el esfuerzo genuino de participantes como Carlos Ocariz, que a pesar de las equivocaciones, intenta avanzar con la herramienta del dialogo.
Esta es la realidad del país. Esta nuestra realidad.
Es muy importante reconocer la dimensión de la crisis y nuestra posición en ella. No para generar alarmismos estériles y dejarnos abatir por la anomia, la impotencia, el miedo y el egoísmo. Debemos asumir la realidad para comprender el momento que atravesamos y entender que los cambios que debemos hacer requerirán de tiempo, gran esfuerzo y valor.
Para embarcarnos en ellos deberemos ampliar nuestra visión, apoyarnos en el otro y ser constantes. No habrá soluciones inmediatas y cambios efectivos que sean bruscos y “mágicos”. No habremos de hacer una sola cosa solo una vez, sino varias muchísimas veces. Sobre todo,una sola persona no podrá tener todas las soluciones. Estas se produciránúnicamente con el concurso y el consenso de todos.
En estos días se han repetido los conceptos de “calle” y “unión”, como elementos clave para generar los cambios, en un principio políticos, que la gran mayoría de los venezolanos aspira: cambiar al régimen madurista y a sus nocivas políticas sociales y económicas. Creemos que esto es verdad hasta cierto punto: lograr estos objetivos, tan difíciles y complejos, representa sólo el comienzo de un largo proceso de cambios que debemos asumir para la construcción de un proyecto inclusivo y sostenible de país.
El momento de crisis nos pide reformularnos lo que creemos es la “calle”. Debe transcender la participación ocasional y episódica de la manifestación sin abandonarla, para abarcar ámbitos en la organización local y la creación de redes de apoyo. Sus objetivos no solo deben contemplar los grandes cambios políticos, sino también atender a la solución de problemas inmediatos y a generar una nueva solidaridad entre todos los que sufrimos los embates de la crisis y la emergencia nacional.
La unión que tanto deseamos los venezolanos, debe ser reformulada y construida. Esta allí, latente, pero nos exige un proceso de trabajo, aceptación y aprendizaje. De esfuerzo y compromiso. No se producirá de ocasiones esporádicas o por necesidades oportunistas. Saldrá a partir del reconocimiento, el respetoy la aceptación de nuestra diversidad y situación. Deberá tener una expresión material,sincera y verdadera,en nuestras relaciones con los demás.
Muestras de ello las podemos encontrar en la calle. En Mamera, la señoraMílvida Alcázar ha creado una Fundación Ayúdame, que opera desde su casa y alimentra a 60 niños de su comunidad, a través de la autogestión y la cooperación con otras instituciones. La organización Dona tus Medicamentes, por ejemplo, articula el intercambio de medicinas a nivel nacional, concientizando a las personas para donar medicinas que ya no utilizan antes de que se venzan. A título personal, la mañana en la que escribo estas líneas soy testigo en la calle de como vecinos y transeúntes ayudan a impedir el secuestro express de una muchacha , bloqueando el carro de los secuestradores y enfrentando a los delincuentes, hasta frustar el secuestro y lograr que los perpetradores se den a la fuga.
Estos casos, reales, puntuales, nos hablan de nuestra realidad de hambre, crisis médica e inseguridad, pero también de la realidad de personas que se reconocen en la emergencia y, a pesar de la impotencia, el desánimo y el miedo, se apoyan entre sí, logrando una diferencia, afectando positivamente su vida y la de los que le rodean. Una muestra de la “calle” y “unión”, de la que no somos conscientes y la mayoría de las veces no reconocemos, que hace frente a la realidad para generar una nueva, esa que tanto estamos buscando.
Coordinador de Movimiento Mi convive
Miembro de Primero Justicia

Tuesday, November 15, 2016

La nueva calle


El escenario de “la calle” ha tomado una nueva importancia en los tiempos actuales. El recrudecimiento dela crisis histórica que atravesamos gracias a las políticas nocivas del régimen Madurista, la intensificación de la represión y el sectarismo y, por último, el quiebre de los mecanismos democráticos que culminó en la paralización del RR, se han producido en medio de una realidad nacional de urgencia y nos lleva, como venezolanos, a reconsiderar las formas de participación populares.
En este espacio hemos hablado anteriormente de la falsa disyuntiva entre Diálogo y “Calle”, afirmando que la presión multitudinaria, manifestándose públicamente, es necesaria para presionar a un gobierno como el de Nicolás Maduro, que controla todos los mecanismos del Estado y ha inhibido espacios democráticos como la Asamblea Nacional. También hemos mencionado la necesidad de la dirigencia opositora de abrirse a los diversos sectores del país para generar un frente masivo y nacional que permita contrarrestar al gobierno e iniciar un proceso de cambio y transformación para enfrentar la crisis y construir un futuro inclusivo y sostenible.
Ahora, que se plantean nuevos escenarios donde será decisiva la participación de todos, creemos que es el momento de profundizar sobre lo que significa la “calle” para nosotros. Esto es, no sólo el lugar para reunirse a manifestar, sino el nuevo espacio donde debemos encontrarnos los venezolanos, para establecer nuevos pactos de convivencia y nuevas alianzas de solidaridad.
La situación actual es de gran necesidad y urgencia, y no caemos en falsos alarmismos cuando decimos con responsabilidad que, en el futuro inmediato, empeorará. Para atravesar estos contextos de adversidad debemos construir redes de apoyo que partan de lo familiar y lo trasciendan, para enfrentar los enormes problemas de nuestro entorno.La calle es,entonces, el lugar donde buscar, generar y sumar esfuerzos.
Esta visión viene refrendada por nuestra experiencia en las comunidades del Municipio Libertador. Allí  llevamos a cabo experiencias como la iniciativa de #AlimentalaSolidaridad, un plan de alimentación para niños en edad escolar que funciona a partir de la articulación de diferentes grupos que hacen vida tanto en la comunidad donde funciona la iniciativa como en otros sectores de la ciudad.
El plan está diseñado para generar una respuesta a la situación de crisis alimentaria a nivel local. La red que conforma esta iniciativa comprende a madres, directores y maestros de escuela, vecinos, voluntariado, pequeños empresarios en el área de la alimentación, líderes y grupos comunitarios y organizaciones privadas. Gran parte de la logística de los comedores, preparación y servicio es asumido por miembros de la comunidad y beneficiarios del programa, que la organizan y vuelven operativa. Se establece un número de niños para atender, pero en el desarrollo del programa, la misma comunidad ha detectado a otros de sus miembros en situación crítica, como personas de la tercera edad sin apoyo familiar por ejemplo, y ha logrado incluirlos en el programa, de manera efectiva y continua.
De esta experiencia han salido contactos y acercamientos entre las personas que la integran. Se han establecido lazos de confianza que se traducen en opciones reales y operativas en el momento de articular respuestas a situaciones de necesidad y emergencia.Cuestiones tan sencillas, pero a veces tan vitales, como conseguir un medicamento, consejo legal, atención médica o psicológica,apoyo humano, se logran a partir de la formación de redes en las que la misma persona puede ser, a veces, beneficiario y otras facilitador de una ayuda.
Esta es la nueva calle a la que nos referimos. Con diferentes formas de participación. Que exige de nosotros abrirnos hacia el otro, reconocer problemas comunes, sumar esfuerzos, organizarnos y establecer objetivos reales, comprometernos y desechar divisiones estériles. Es la respuesta no sólo a la adversidad del momento, sino también ante la fragmentación social y la inmensa desconfianza y división que el gobierno de Nicolás Maduro ha estimulado y reproduce, como otra herramienta nefasta para perpetuarse en el poder.
Todos estamos sufriendo los embates de la crisis, la gran mayoría en formas que atentan contra su vida y la de los suyos. En la nueva “calle”es donde podemos reformular las formas de convivencia y solidaridad para volverlas operativas y funcionales, logrando la fuerza y la capacidad necesarias para afrontar los graves problemas actuales y lograr producir los cambios necesarios.

Monday, November 7, 2016

Calle y diálogo frente la emergencia nacional



Dos de los temores principales sobre el Proceso de Diálogo entre el régimen de Nicolás Maduro y los representantes de la MUD,que se inició la semana pasada, son los de que la negociación pueda convertirse en un eventual “salvavidas” para el gobierno dictatorial madurista, permitiéndole ganar tiempo y atornillarse al poder, y que los términos en discusión sean insuficientes frente a la profundidad de los cambios que se requieren para conjurar la actual crisis del país.
La puesta en marcha del diálogo es recibida en medio de un ambiente de desconfianza, confusión, urgencia y expectativa. Se produce luego del bloqueo de las vías democráticas y electorales por parte del gobierno, con la cancelación del referendo revocatorio. Esto sumado a la agudización, en este año, de una política estatal que niega la existencia de la brutal crisis que vivimos y que criminaliza y reprime a la mayoría del país que se le opone. El régimen de Nicolás Maduro ejecuta planes y acciones que han recrudecido los graves problemas de alimentación, salud y seguridad ciudadana, entre muchos otros, que nos afligen.
Si bien la mediación del Vaticano aporta la presencia de un actor objetivo, también marca el inicio de un proceso cuyos tiempos y alcances deben priorizar, en relación a una perspectiva regional y más distanciada de los mediadores internacionales, las soluciones a la apremiante situación de Venezuela. El diálogo se realiza en medio de libertades cercenadas y crisis, frente a un gobierno dictatorial, en condiciones de urgencia que no pueden ser pasadas por alto por los organismos mediadores y observadores internacionales.
Una larga negociación que busque extenderse, simplemente consumirá un tiempo que los venezolanosno tenemos.
La crisis, y el recrudecimiento de la misma, generada por las políticas maduristas, se mide en vidas venezolanas afectadas a cada día que pasa. En este sentido es muy clara la visión que al respecto tienen miembros de la Iglesia Nacional como el padre Luis Ugalde, quien muy certeramente estima que los objetivos de este proceso deben ser “salir de esta crisis terrible: parar la hemorragia mortal de la economía destruida, con miseria creciente e inseguridad, grave desabastecimiento y falta de medicinas; dramática caída de la economía con brutal descenso sostenido del PIB combinado con la inflación más grande del mundo y con un gobierno que viola sistemáticamente la Constitución hecha por los suyos”.
El falso dilema de “calle o diálogo”, debe superarse entendiendo a la necesidad de generar una estrategia de movilizaciones coherente y realista, sostenible en el tiempo y en la que se articule a los diversos sectores (que representan la gran mayoría de los venezolanos) que buscamos cambiar al actual régimen madurista y sus políticas destructivas y criminales.
Durante el jueves 3 de noviembre, personalmente acompañamos a miembros del Movimiento Estudiantil que salieron a manifestar y entregar a la NunciaturaApostólica un documento donde exigían la liberación de estudiantes detenidos, solución a la escasez de alimentos y medicinas y convocatoria a elecciones generales. Tuvimos la oportunidad de encontrarnos con distintos líderes de la comunidad y jóvenes dirigentes políticos de varios partidos, con los que compartimos lides como dirigentes estudiantiles en 2007. Todos cohesionados con los estudiantes, acompañando a las nuevas generaciones y demostrando la apertura y apoyo que debe producirse entre los diversos sectores del país que se están activando en la calle, para exigir celeridad y resultados a este proceso de diálogo.
También desde la calle, debemos continuar reproduciendo y fortaleciendo las distintas iniciativas para atender a la emergencia nacional. La defensa y construcción de espacios de convivencia y solidaridad resultan ahora primordiales frente a esta crisis histórica y el régimen madurista. En las calles de nuestro país, la gente está buscando comida en la basura para poder sobrevivir. Todos los días en las comunidades, vemos a personas que enfrentan el hambre y la desnutrición, la inseguridad y la violencia. Tenemos que reconocer y promover la importancia y la diferencia, a veces entre la vida y muerte, que marcan iniciativas realizadas por la gente para llevar alimento, medicinas y asistencia.
Esto ante la irresponsabilidad e insensatez de un régimen que frente a esta situación de urgencia que se cobra la vida, entre muchas otras, de una niña de cuatro meses que fallece por desnutrición en Cotiza, da por respuesta, tan sólo un par de días después, un programa de radio con Nicolás Maduro poniendo discos de salsay bailando.
Entramos ahora en una etapa de calle y diálogo. Debemos articularnos entre todos, exigir soluciones y realizar acciones reales frente a la destrucción que significa el gobierno y las políticas maduristas. Así, con convivencia y solidaridad, y podremos a salir de la emergencia y la crisis en la que estamos.

Monday, October 31, 2016

Desde la calle


El miércoles 26 salimos a marchar acompañando a personas y líderes de los sectores populares del municipio Libertador, partiendo desde la plaza O’higgins, en Caracas. La convocatoria fue sin duda menor a la del 1°de septiembre pero logró reunir a un grupo numeroso de gente. Era considerable la cantidad de piquetes de la Guardia Nacional colocados a lo largo de la ruta y logramos sortearlos consiguiendo alternativas que nos permitieron alcanzar la autopista.
Pudimos atravesar de forma no violenta un último piquete de la Guardia Nacional y continuar nuestra marcha hacia el punto de concentración en La Carlota. Nuestra experiencia difirió de otras ciudadesdel país, donde la represión por fuerzas del orden público y el ataque de grupos afectos al gobierno resultó en un gran número de manifestantes heridos y apresados arbitrariamente. Formas de represión violenta y persecución política promovidas desde el Estado que no pudieron contener el caudal de personas que a nivel nacional salieron a expresar su descontento y hartazgo ante el actual gobierno, la situación del país y la confiscación de las vías democráticas de participación.
La diversidad y número de los que marchábamos testimoniaba el gran rechazo que el gobierno de Nicolás Maduro ha logrado generar en el país. Un descontento que creemos ha llegado a un punto álgido al anularse el Referendo Revocatorio. El momento es de gran tensión y descontento, en el que existe la exigencia de resoluciones inmediatas, ante una situación que, sobre todo en los ámbitos de la crisis alimentaria y médica, es insostenible para amplios sectores de la población. Ante esto el gobierno se ha atrincherado en el poder y apelado al uso indiscriminado y sectario de entes del Estado, la instrumentalización de la violencia y el bloqueo de los mecanismos democráticos.
La salida a la calle de los venezolanos se ha convertido en la única herramienta de resistencia, presión y exigencia para lograr enfrentar al régimen y generar cambios en la situación.
Este nuevo escenario implica una serie de retos tanto para las personas como para su liderazgo. Como lo hemos dicho con anterioridad para la MUD implica la apertura inmediata a diferentes sectores más allá de lo político, para la construcción de una agenda real, con capacidad de representar los intereses de los diversos sectores nacionales. Actualmente no solo existe la necesidad de recuperar unas mínimas coordenadas democráticas (cronogramas electorales, independencia de los poderes, cese a la persecución y hostigamiento políticos, por ejemplo), sino también un cambio radical del gobierno y sus políticas frente a la crisis, la atención inmediata de las emergencias alimentarias y médicas nacionales, así como la creación de un marco de convivencia que permita las condiciones para la gobernabilidad del país.
Para la gente marca el comienzo de un nuevo tipo de participación política más crítica, y diferente a la de los eventos electorales. Ahora es prioritaria la búsqueda de alianzas, el establecimiento de redes y la organización en grupos que permitan integrar los diversos sectores que buscan el cambio de gobierno. También implica el asumir un proceso de transformación de la realidad donde no existen soluciones inmediatas y únicas, y que exigirá el esfuerzo, la templanza, el sentido común y la conciencia de todos.
Como lo hemos visto en nuestro trabajo diario, el ejemplo de las comunidades populares en la solución de problemas es revelador y apropiado para el momento que atravesamos. Allí se apela a formas convivenciales y solidarias, donde la organización de las personas y la creación y puesta en práctica de iniciativas logran resultados exitosos frente a problemas tan graves como la violencia criminal.
Casos como los de Catuche nos muestran historias de personas inmersas en contextos adversos, frente a grupos empoderados por la violencia. A través del encuentro entre la misma comunidad y la asistencia de otros sectores sociales (en este caso particular, la Iglesia y las universidades), implementan acciones concertadas y novedosas que logran transformaciones que superan los resultados de las acciones policiales y estatales.
La realidad dictatorial del gobierno y el recrudecimiento de la crisis, ha terminado por llevarnos a la calle, para exigir cambios y transformaciones. Y es desde de la calle, donde todos nos estamos encontrando, de donde debe salir la maneras y la fuerza para lograrlo.

Coordinador de Movimiento Mi convive
Miembro de Primero Justicia

Friday, October 28, 2016

La fuerza del diálogo es la calle


Escribimos estas líneas antes de las manifestaciones que habrán de sucederse en distintas partes del país el miércoles 26 de octubre, en protesta por la anulación de la recolección del 20 % de las firmas para lograr la activación del referendo revocatorio este año.
A pesar de la confusión generada por la desinformación de la MUD el día lunes, esperamos que estas manifestaciones sean masivas y dejen claro al gobierno la determinación no violenta de los venezolanos de restituir el hilo constitucional para evitar situaciones de enfrentamiento entre nosotros. Nos entusiasma ver la movilización generacional que ha arrancado en las Universidades de todo el país.
Si hasta hace poco el gobierno había mantenido una política de represión focalizada, realizando detenciones y persiguiendo y difamando a miembros específicos de diferentes partidos de oposición, ahora, después de bloquear el escenario electoral, plantea una represión masiva, en medio de un contexto convulso de impopularidad. La violencia ha sido la única forma en la que el  gobierno continua en el poder aferrándose a sus privilegios. Sus acciones lo califican ya francamente como una dictadura.
El gobierno busca mantenerse en el poder montado sobre una situación de crisis galopante,  que se deteriora cada día más  y con una situación interna también fragmentada y conflictiva.
En el marco de ruptura del hilo constitucional, el asalto al parlamento el domingo 24, nos hace preguntarnos ¿Para qué sirven las Fuerza Armada Nacional Bolivariana? ¿La necesidad de preservar en el poder a este gobierno deslegitimado está dejando sin vigencia e importancia a esta institución, que no cumple su función de salvaguardar a los ciudadanos y organismos del estado?  
Esta semana marca el comienzo de una nueva etapa en donde debemos enfrentarnos a la crisis más profunda que ha atravesado el país, (sobre todo en las áreas de alimentación, medicinas, inseguridad y economía), buscando cambios y soluciones en conjunción con los desmanes de un gobierno que ya no es democrático y cuyo accionar desconoce las necesidades y opiniones de la mayoría y constituye la principal piedra de tranca para producir el encuentro y la conjunción de los venezolanos.
El cancelamiento de vías electorales que nos lleva a la necesidad de abordar diferentes ámbitos de la escena política, plantea a la dirigencia opositora el abrirse a otras organizaciones (gremios, federaciones de estudiantes, sindicatos, entre otras) y a las comunidades populares y de las clases medias para articular un gran frente unido nacional donde las distintas agendas del país confluyan ya no solo para buscar una salida a la crisis sino rescatar las bases mínimas de la democracia.
Recuperar las formas democráticas y mantener y construir relaciones de convivencia y solidaridad en el tejido social del país, donde todos y cada uno de los sectores sociales se vean identificados, serán tareas fundamentales para poder unificarnos frente a un gobierno que tiene en su poder los mecanismos del estado y que supedita las necesidades del país frente a su supervivencia y predominancia en el poder.
En esta semana se ha planteado un falso dilema entre movilización de calle y la posibilidad de un diálogo con mediación del Papa. Desde nuestro punto de vista una movilización en la calle, donde confluyan todos los sectores de la vida nacional, es la principal herramienta de persuasión que tenemos los actores democráticos frente a un régimen dictatorial, para forzar la restitución del hilo constitucional.
Los tiempos actuales son de grandes complejidades y dificultad. Debemos atravesarlos evitando sucumbir a la violencia y buscando una unidad nacional real, auténtica, en donde estemos articulados y responsabilizados entorno a la solución de los problemas que hoy nos afectan y la construcción de un futuro en donde todos estemos representados. Vemos todos los días en las comunidades que las posibilidades de cambio siempre están enlazadas a mecanismos de organización. Es hora de que asumamos de lleno ese ejemplo.

Roberto Patiño
Coordinador de Movimiento Mi convive

Miembro de Primero Justicia

Monday, October 24, 2016

Construir una nueva unidad para una nueva realidad




En las comunidades populares escuchamos repetidamente de la boca de las personas la frase “¡Este gobierno nos está matando!”, para definir el estado de la situación. No es una metáfora. Las acciones que realiza el gobierno de Nicolás Maduro para mantenerse en el poder profundizan la pobreza, incrementan la violencia y son hostiles y agresivas contra la vida de las personas.
Al momento de escribir estas líneas tribunales penales de Valencia, San Fernando de Apure, Aragua y Bolívar ordenaron medidas para posponer cualquier acto generado de la recolección del 1% de firmas, invalidando en sus estados las jornadas del 20% que iban a iniciarse el próximo miércoles 26 de octubre. Posteriormente el CNE anunció que acataba esta medida y decidía suspender  totalmente (en todo el país) el proceso, asestando un golpe mortal a la realización de un referendo revocatorio, no sólo para este año si no para el próximo.
Horas después, en la noche, el circuito judicial de Carabobo emitía órdenes de prohibición de salida del país a líderes políticos de la MUD, como Chuo Torrealba y Henrique Capriles.
Aunque el CNE ha anunciado la realización de elecciones a gobernadores para el primer semestre del 2017 y conmina a promover un diálogo nacional, lo hace en medio de una situación de represión y persecución política, sin poderes e instituciones independientes, y de desconocimiento y negación por parte del gobierne de sectores mayoritarios de la población. Ha quedado claro que el gobierno de Nicolás Maduro ha decidido fracturar definitivamente las formas democráticas que constituían uno de los últimos espacios de convivencia en el país.
Esto nos plantea una difícil e inédita coyuntura, donde deben reformularse las formas de participación y donde los liderazgos políticos deben abrirse para articularse en conjunto con los diversos sectores del país, para hacer una lectura correcta del momento y planificar y ejecutar acciones para abordar la complejidad y dificultad de nuestra situación.
Más allá de posturas políticas e ideológicas, los venezolanos hemos venido expresando en diferentes contextos la necesidad de convivencia y solidaridad, de encuentro verdadero de los diversos sectores de la sociedad. Y no hablamos de un anhelo ingenuo o ideal, sino de la construcción de vínculos auténticos y acuerdos confiables y sostenibles, que puedan articularnos efectivamente para enfrentar los graves problemas que estamos atravesando y transformar nuestra realidad.
A este respecto la agudización de la crisis ha estimulado el surgimiento  y el refuerzo de organizaciones y redes de apoyo que proponen soluciones puntuales, en la medida de sus posibilidades, como el intercambio de medicinas y prestación de servicios médicos básicos o la creación de bancos de comida, por ejemplo. La efectividad de estas propuestas no se encuentra solo en la obtención de donaciones e insumos sino también en la conformación de equipos de trabajo, donde los organizadores y beneficiarios asumen responsabilidades y en conjunto forman parte activa en la planificación y ejecución de las iniciativas.
También en este contexto de crisis, la agenda sectaria y violenta del gobierno ha puesto en evidencia el agotamiento del modelo de polarización cuya consecuencia más dañina ha sido la fragmentación del país y el establecimiento de un clima de desconfianza y rencor entre los diversos actores que lo conforman. En los sectores populares se han abierto espacios para el intercambio y la participación. En el Municipio Libertador, hemos podido participar de esta nueva realidad, en un proceso de intercambio y aprendizaje con las comunidades, en un trabajo de creación de relaciones y establecimiento de confianza mutuos para la realización efectiva y sostenible de proyectos.   
En la actual situación, la suspensión del RR ha cercenado vías de consenso primordiales, en un claro intento de explotar la desesperación y generar reacciones inmediatas que puedan desbordarse en escenarios de violencia y conflictividad, ideales para el gobierno.
Las exigencias de la situación actual piden el encuentro del país, la unión real, organizada y operativa de comunidades, sociedad civil, centros de estudiantes, sindicatos, gremios, organizaciones, partidos políticos, entre los diversos sectores que nos conforman. La construcción de estas relaciones de las que hablamos, sin condicionarlas solo a las necesidades del ahora político sino a la vista de la serie de retos implícitos a corto, mediano y largo plazo que están planteados para salir de la crisis histórica que hoy nos sacude.
El encuentro entre los venezolanos ya no puede seguir siendo otro punto en la agenda para un posible proyecto de país. Es la condición básica e impostergable sin la que no podremos revertir las políticas nefastas de este gobierno, salir de la crisis en la que estamos atrapados y construir nuestro futuro.


Roberto Patiño
Coordinador de Movimiento Mi convive
Miembro de Primero Justicia

Monday, October 17, 2016

En el ojo de la tormenta


Nos encontramos ahora en medio de una situación inédita en la historia de nuestro país. El gobierno de Nicolás Maduro se ha atrincherado en el poder y para no ser despojado de este, viene desarmando el entramado del sistema democrático: Inhabilita procesos, reprime al resto de las agrupaciones políticas y a amplios sectores del país y coapta instituciones del Estado, imposibilitando la necesaria independencia de los diferentes poderes públicos.
La visión del poder total, en el que se pierde y se gana todo, repetida una y otra vez por voceros oficialistas, es incompatible con una realidad democrática, que plantea la existencia necesaria de una diversidad política, donde distintas agrupaciones cohabiten entre sí y las diferencias puedan consensuarse en acuerdos y negociaciones que repercutan positivamente en la vida de las personas.
Hugo Chávez recurrió a eventos electorales para avanzar en su proyecto de gobierno, apoyando siempre su visión personalista sobre la base de una popularidad que sostuvo y alimentó durante todo su mandato. El actual gobierno, impopular, tóxico y fuertemente cuestionado por la inmensa mayoría nacional, no se puede medir electoralmente. Atrapado en su visión de poder total, el escenario de una derrota en unas elecciones equivaldría, según su óptica, a su desaparición.
De allí la arremetida para bloquear el proceso de activación del referendo revocatorio. Tanto el gobierno, a través de figuras como la del alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, o Diosdado Cabello, pasando por el mismo presidente de la República y las representantes del organismo electoral, CNE, han declarado imposible la celebración de un referendo este año.
Se aluden causas técnicas, se vilipendia a los promotores y participantes de la iniciativa e incluso se define al proceso como parte de un plan golpista. Los pasos y requerimientos para la activación del referendo han sido frontalmente saboteados y dificultados desde este Estado secuestrado.
Al momento de escribir estas líneas se desconoce cuál será el pronunciamiento del TSJ al respecto. A la grave crisis que atravesamos, se le suma este estado de zozobra sobre el mecanismo democrático, el referendo, que podría iniciar el proceso de cambios que el país necesita y pide para salir de la terrible situación en la que nos encontramos y construir un futuro con un proyecto inclusivo y sostenible.
Como decíamos al principio, la situación es inédita. Nos lleva a replantearnos y repensar las formas de participación política. No para cuestionar los alcances de la democracia, sino para hacerle frente a un grupo que se ha hecho con el poder y usa los entes y mecanismos del Estado, ya no sólo con fines estrictamente personalistas, sino negando las necesidades y exigencias de la gente y actuando en detrimento de esta.
En días pasados reconocíamos la actitud del liderazgo de la MUD a abrirse a otros sectores de la vida venezolana más allá de lo político para cohesionar un gran movimiento nacional que pueda impulsar la activación del RR. En este sentido,llamábamos también a la inclusión de las comunidades populares y los sectores de la clase media en la construcción de ese gran movimiento, no sólo en apoyo para lograr acciones inmediatas como las del revocatorio, sino para consolidar un compromiso nacional entorno a la construcción del proyecto de vida al que los venezolanos aspiran.
El momento es de sensatez y encuentro, frente a la desesperación y el desánimo, la conflictividad y la represión planteadas por el Gobierno. De auténtica convivencia y del reconocimiento de los lazos que verdaderamente nos conectan con los demás, oponiéndonos a la desintegración social y a la imposición violenta de medidas arbitrarias desde el poder. Un momento de solidaridad en contracorriente a la exclusión y el egoísmo.
Nos encontramos en el ojo de la tormenta.
Con sus acciones el Gobierno está llevando al límite a la sociedad democrática, a través de la imposición violenta y represiva de sus políticas como la única opción que, considera, puede asegurar su permanencia en el poder. Una terrible decisión que augura sólo más padecimientos y dificultades.
Debemos reconocer esta situación, estar consciente de ella y buscar las formas de reaccionar y enfrentarla. Es una tarea difícil y un reto ineludible para definirnos como personas y como país.